La cabaña nace para satisfacer la irrefrenable necesidad de estar a solas conmigo misma. Cualquier montañero entenderá muy bien a lo que me estoy refiriendo. Basta remontar la fatigosa subida, coronar una cresta y expandir la mirada para darse cuenta de la necesidad de trepar solo sobre uno mismo: la más difícil de las travesías humanas. Allí todo es más puro, el límpio y fresco viento de la cumbre, azota y allana los laberintos del alma, poniendo un poco de orden y paz, donde antes no lo había. Y se experimenta, junto a toda la pequeñez personal, la más honda soledad acompañada por la presencia de los otros en el recuerdo.
Han quedado allá lejos las prisas de la vida en el paisaje urbano. Aquí no hay prisa para llevar enseguida y a todas partes el propio vacío. Aquí la vida personal se vuelve densa y maciza con la experiencia de lo intemporal y la copresencia de todos.

sábado, 29 de octubre de 2011

¿Quién llevará queso?


                                          Bebe vino, come queso y sabrás qué es eso.

                                   

CONCURSO PARADELA.

Llevo relativamente mal esos momentos en los que lo único que puedo hacer es esperar en silencio y mirar a las musarañas.
En las interminables colas de la caja del supermercado los primeros de cada mes, como mal menor, he desarrollado un método de entretenimiento que consiste en observar los productos de la cesta de la compra de los que me preceden en la fila, y a partir de ahí, averiguar datos del desconocido en cuestión. Tanto me fijo y tanto me gusta, que a veces me siento mal, por prejuiciosa...
Esto también lo aplico en la cola de la charcutería, que no sé muy bien por qué, nunca tengo la suerte de llegar y besar el santo.
Suelo acercarme al mostrador, retirar el número y situarme frente a los quesos. ¿Nunca les he hablado de mi gusto por el queso? me pasa como a esos hombres mujeriegos, que les gustan todas. Rubias, morenas, pelirrojas, altas, bajas, delgadas, gorditas; pues yo lo mismo, de cabra, de vaca, de oveja, tierno, semicurado, curado... sin excepciones.
Una vez haya lanzado una visual rápida y escogido del que me voy a llevar, comienzo mi escrutinio particular sobre quién es quién y apuesto por el que creo yo que tiene mejor paladar y llevará queso.
Veamos: La chica alta, rubia, con vaqueros desgastados y bandolera llena de rayones, que pide jamón de pavo en garepillas seguro que es mamá. Su hij@ debe de ser muy pequeño y estar empezando a comer, de ahí el corte en garepillas y los rayones absolutamente infantiles en el bolso. No creo que pida queso.
Un poco más allá, un señor muy setentón y bastante miope que se acerca la lista para ver qué tiene que comprar, seguro que está aquí por encargo de su mujer. Se le ve más perdido que un pulpo en un garaje, no tiene práctica ninguna. Puede que lleve queso tierno bajo en sal.
Cantan el 77 e irrumpe en primera fila, procedente de uno de los pasillos colindantes, una señora más cerca de los sesenta que de los cincuenta, con marcado acento italiano. Llegó con pinta de señora ocupada e ilustrada, como si lo de comprar un trozo de queso fuera tan complicado como realizar una operación a corazón abierto. Digo esto porque a pesar de que era un mogollón de gente la que estaba esperando a ser atendida, la buena señora no se inmutó y tardó Dios y ayuda en decidirse de qué pieza de queso iba a llevarse la desorbitada cantidad de 150 gramos, no sin antes, degustar por lo menos de cinco variedades diferentes. Rácana pero con buen gusto. Finalmente escogió el mejor, la mezcla curada de "El bosqueño", dándome un pleno en mis predicciones. Casi me doy vivas y oles de pura admiración. Si es que lo que hace el aburrimiento...



13 comentarios:

mariajesusparadela dijo...

Si los dioses comieran queso , también pedirían ese, puedo asegurártelo.

Mariluz GH dijo...

Me encanta!! recibí todos los aromas de esos quesos. Yo llevo la uva ¿vale?

un abrazo y suerte

Encarni dijo...

Fayna, que relato más divertido te ha salido, me he reído con ganas. Todo un disfrute para los sentidos, ya no digo para el paladar...

Un abrazo y suerte.

San dijo...

Buena manera de entretener la espera jejejej. Muy buen relato.
Suerte.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Se te olvida ese muchacho... no llega a los treinta, va bien vestido (seguro que trabaja), como si tuviera una cita. Eso, una cita, y está comprando queso para la primera cena con su chica en su recién estrenado apartemento. Queso francés, sofisticado, no falla.
Interesante las cosas que se pueden aprender en la cola del super.
Me alegra conocerte.
Un abrazo y suerte.

Maripaz dijo...

Genial relato y todo un tratado de psicologia en torno a los quesos. Me ha gustado de manera esecial porque me suelo fijar en lo mismo que tu protagonista.
Un placer haber leido tu relato y te deseo suerte.

Luismi dijo...

Viendo el queso ya me entra hambre. Me parece a mí que sí que vas a tener que correr para no ser investigadora en el mercado, jeje.

Besos

nocheinfinita dijo...

A mi también me encantan los quesos, todos.

Un rico relato, y muy divertido.

Un saludo

José Vte. dijo...

Mis hermanos son carniceros y charcuteros, y me ha hecho mucha gracia tu relato porque gran parte de lo que cuentas es verdad, jejeje.

Mucha suerte y un abrazo

ibso dijo...

Yo todavía no he probado un queso que no me gustara, aunque como se dice: sobre gustos no hay nada escrito. Tu practicas la espera activa, incluso en el super, jejeje.
Un abrazo y mucha suerte en el concurso.
ibso
D A M N A T I

sabores compartidos dijo...

Cuando el diablo no tiene en que enredar con el rabo mata moscas, jejeje
Pues creo que no es una mala terapia y si encima te es divertido por que no hacerlo, jeej me meto una ración de queso y me llevo 150 gr ajajja vaya morro.
un abrazo

yraya dijo...

Al final su decisión fue acertada, como tu relato.
Suerte y un saludo

ARO dijo...

Gracias por elegir la foto de ese queso que le envié a la amigo Mª Jesús. El relato es muy bueno. Ese queso ha ganado muchos concursos, así que seguro que te dará suerte.