La cabaña nace para satisfacer la irrefrenable necesidad de estar a solas conmigo misma. Cualquier montañero entenderá muy bien a lo que me estoy refiriendo. Basta remontar la fatigosa subida, coronar una cresta y expandir la mirada para darse cuenta de la necesidad de trepar solo sobre uno mismo: la más difícil de las travesías humanas. Allí todo es más puro, el límpio y fresco viento de la cumbre, azota y allana los laberintos del alma, poniendo un poco de orden y paz, donde antes no lo había. Y se experimenta, junto a toda la pequeñez personal, la más honda soledad acompañada por la presencia de los otros en el recuerdo.
Han quedado allá lejos las prisas de la vida en el paisaje urbano. Aquí no hay prisa para llevar enseguida y a todas partes el propio vacío. Aquí la vida personal se vuelve densa y maciza con la experiencia de lo intemporal y la copresencia de todos.

viernes, 30 de septiembre de 2011

Extenuada.



Asumí desde el primer momento que iba a estar sola. Cuando mamá ingresó en el hospital, lo hice yo con ella, dispuesta a implicarme al 100% en aquel proceso que, a priori, tenía un desenlace incierto.
Para un diagnóstico de cáncer nadie está preparado, ni quien lo padece ni su entorno más cercano que, por lo general, es la familia. No hay reglas para enfrentarse a una situación así.
Aquellas cinco semanas en el hospital fueron durísimas. Una complicación tras otra no hacían más que acrecentar la sensación de que el precipicio estaba a punto de abrirse hueco bajo mis pies. Me moría de miedo. Aún consciente de la gravedad, procuraba mantenerme serena, empeñándome en transmitirle una seguridad que ni yo misma albergaba. Los días y las noches se confundían en mi percepción del tiempo, podía cerrar los ojos y volver azul lo que fue blanco, o rojo lo que era negro. En situaciones de profundo desamparo hay que trabajarse pequeños momentos de felicidad por uno mismo.
Nadie me preguntó cómo estaba, yo no era la enferma.




4 comentarios:

Nereidas-andresdeartabroblogpost,com dijo...

Son situaciones que de una forma u otra hay que pasar y como bien dices nadie se da cuenta del dolor y el sufrimiento de los sanos, en una impotencia sin límites, y que incluso el consuelo que queremos dar nos huele a hueco a nosotros mismos.
mas , todo eso pasará, tú sabes que pasará y nos volverás a dar a nosotros y al mundo tus mejores sonrisas, porque las necesitamos
¡Como quiera que sea , te tenemos y ya es mucho.
Un beso y mi cariño.

mariajesusparadela dijo...

Tu eres, Fayna, querida, lo que llaman ahora "daños colaterales".
Y es terrible.
Te abrazo.

Kassiopea. dijo...

Hola Fayna, siento no haber venido antes pero es que ahora he encontrado trabajo, está lejos de casa y además tengo un horario que me hace estar fuera de casa todo el día.

Lo del cáncer es terrible, en casa pasamos por la situación que comentas con mi padre. Lo que sufren las familias del enfermo solo lo saben los que lo pasan. Es terrible.

Un besoooo !!!

Myriam dijo...

Siento muchísimo que hayas tenido que pasar por todo ese dolor, incertidumbre y miedo.

Un beso y un abrazo muy largo.